Alejandro Bercovich analizó la caída global de Amazon Web Services y reflexionó sobre la fragilidad de un sistema económico y tecnológico concentrado en pocas manos. “Y un día dejó de andar todo”, comenzó, en referencia al apagón digital que afectó a bancos, redes sociales y plataformas de pago en todo el mundo.
Bercovich explicó que todas las plataformas “dependen del tipo que tiene la segunda fortuna más importante del mundo” y describió a Jeff Bezos como “el dueño de Amazon, que arrancó vendiendo cosas y que hoy tiene como principal ingreso la renta que le genera una porción de la nube”. Y agregó: “Las grandes compañías tecnológicas estadounidenses se han convertido en el polo de acumulación de capital más importante del mundo”.
El conductor también subrayó el poder político de estos gigantes. “Estos zares de la tecnología tratan con displicencia a los jefes de Estado porque se consideran muy por arriba de lo que representa un mandatario, y es lógico en parte, porque mueven mucha más guita que los países”, sostuvo. Según detalló, las empresas gastaron más de 100 mil millones de dólares en servicios en la nube solo en el último trimestre.
Bercovich alertó que la dependencia argentina de esas corporaciones es total: “De Jeff Bezos dependemos, porque Argentina funciona prácticamente como una provincia de Estados Unidos en internet”. Y añadió que “Amazon Web Services representa hoy el 30% del mercado global de la infraestructura en la nube”.
En contraste, mencionó que China logró un grado de autonomía tecnológica al desarrollar su propia nube, lo que le permite controlar sus datos y plataformas.
En el cierre, Bercovich propuso una reflexión sobre la soberanía digital: “Si se cae la nube, estamos jodidos. Pero podríamos no estarlo tanto si toda la materia gris que hay acá en Argentina hubiera estado al servicio de un proyecto con la celeste y blanca más presente”. La caída de Amazon, concluyó, fue “una llamada de atención sobre el tecnofeudalismo contemporáneo” y la urgencia de pensar una infraestructura propia para no quedar “tan desnudos ante los dueños de la nube”.