Alejandro Bercovich se refirió a los miles de trabajadores que no llegan a fin de mes y en la indiferencia del gobierno frente a esa realidad, a partir de un caso extremo ocurrido en la Quinta de Olivos. La muerte del soldado Rodrigo Gómez expuso, según el análisis, cómo los bajos salarios, el endeudamiento y el abandono estatal empujan a situaciones desesperantes, incluso entre quienes custodian al propio Presidente.
Bercovich recordó que Rodrigo Gómez tenía 21 años, era formoseño y trabajaba como soldado en el regimiento de Granaderos a Caballo. “Era un pibe nacido en Formosa que soñaba con progresar como soldado en la fuerza”, señaló, y detalló que apareció muerto por “un disparo de fal de fusil automático liviano, el reglamentario que tienen los soldados como él”. La Justicia deberá determinar lo ocurrido, pero todo indica que se trató de un suicidio.
Bercovich hizo especial hincapié en la situación económica que atravesaba el joven. Según se relató, “el pibe debía cerca de 2 millones de pesos”, una cifra que puede parecer menor en términos macro, pero que resulta “una montaña de guita impagable” para alguien que cobra alrededor de 600 mil pesos mensuales. En el mejor de los casos, explicó, un soldado como Gómez “ganaba 660 mil pesos de haber bruto mensual”.
A partir de allí, el planteo se amplió a la situación de las Fuerzas Armadas y de seguridad en general. Mientras el Gobierno invierte en equipamiento militar, “en la base de esas fuerzas armadas hay un montón de gente como Rodrigo Gómez”, con salarios bajos, obras sociales desfinanciadas y hospitales “hechos pelota”. Bercovich describió farmacias de la obra social militar vacías y familias “pasando hambre y sin remedios”.
El editorial también apuntó a la reacción presidencial frente al hecho. “Mostró una indiferencia glacial frente a lo que pasó”, afirmó, al remarcar que el Presidente “no dijo nada”, ni siquiera un mensaje público, y que ni siquiera se habría facilitado un pasaje en avión para que los padres del soldado viajaran desde Formosa a reconocer el cuerpo. “No fueron capaces de pagarle un pasaje en avión para que no vayan 30 horas llorando en el micro por el hijo que perdieron”, sostuvo.
Finalmente, Bercovich conectó este caso con un fenómeno más amplio: el endeudamiento masivo de la clase trabajadora. “La deuda además se presenta como algo individual, como un problema exclusivo del deudor y no lo es, es un problema social”, planteó. En ese marco, habló de una “verdadera guerra de pobres contra pobres” impulsada por un “gobierno hambreador represivo”, que deja a los laburantes a la intemperie mientras les exige reprimir a otros que están en la misma situación.
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