Alejandro Bercovich planteó que el oficialismo pasó de la euforia al desconcierto: el intento por aprobar el presupuesto 2026 y la reforma laboral terminó en un traspié que exhibió el “amateurismo” del Gobierno y dejó a Patricia Bullrich en una situación de repliegue. La movilización sindical y social, el desgaste político interno y las tensiones con sus aliados derivaron en una postal de derrota con “lágrimas” y freno a las iniciativas centrales del Ejecutivo.
“El Blef” del oficialismo se hizo visible cuando “no solamente naufragó el presupuesto, también ayer patearon para febrero-marzo la reforma laboral que supuestamente iban a tener con media sanción antes de levantar las copas por el año nuevo”. El giro táctico se produjo, aseguró, luego de que “bastó que apareciera el actor de la calle” para alterar el escenario político.
Bercovich destacó el rol de la convocatoria social y sindical del 18 de diciembre, que terminó influyendo en la decisión del Gobierno. Esa presión, sostuvo, obligó a Bullrich a anunciar casi “entre lágrimas” el aplazamiento del debate: “Hemos hablado con distintos bloques inclusive con Juliana di Tulio y vamos a firmar un dictamen para dejarlo abierto a modificaciones y les proponemos pasar el debate al 10 de febrero”.
La contradicción entre el tono desafiante mostrado horas antes por la ministra y la posterior marcha atrás se retrató con fuerza: “Lo que no advirtieron es la cara de derrota que tiene Bullrich al pronunciar estas palabras”, dijo Bercovich y recordó ese contraste con el clima de victoria que el oficialismo exhibía días atrás, cuando “se llevaba todo puesto”.
El Gobierno habría actuado “con un nivel de amateurismo político que la verdad hay que decirlo marca a esta gestión en todo”, marcado por acuerdos precarios, tensiones internas y una lectura errada del clima social. Ese error se hizo evidente al intentar “hacer de la noche a la mañana” cambios estructurales en el mercado laboral, sin construir consensos.
Finalmente, Bercovich advirtió que el freno a la reforma y el fracaso parlamentario dejan al Gobierno en una posición frágil de cara al año próximo. La semana terminó, describió, con “las lágrimas de pato” como símbolo de un poder en retroceso frente a la presión en las calles y las internas.