
Alejandro Bercovich se refirió al proyecto de reforma laboral que se comenzará a discutir en el Congreso. El periodista planteó que no moderniza las relaciones de trabajo sino que “simple y sencillamente es una ley látigo” que “convierte los lugares del laburo en cárceles”. Lejos de fomentar el empleo, señaló que la iniciativa inclina la cancha a favor de los empleadores y recorta derechos.
Bercovich admitió que “hace falta una reforma laboral” y mencionó debates pendientes como “el derecho a la desconexión”, las licencias de paternidad reales y el reconocimiento de los problemas de salud mental. Aun así, advirtió que nada de eso forma parte del proyecto oficial, que a su juicio no aborda los desafíos del siglo XXI sino que se orienta a eliminar protecciones sin ofrecer mejoras para los trabajadores.
El conductor de Pasaron Cosas cuestionó además el argumento del ministro Luis Caputo de que los empresarios no contratan porque despedir es costoso. “Un argumento que ya arranca medio enrevesado”, señaló, al remarcar que nadie emprende un negocio pensando en “rajar antes de contratar”. Explicó que los problemas judiciales suelen estar ligados a incumplimientos patronales, no a indemnizaciones “astronómicas” como suele plantearse.
Uno de los puntos más criticados fue la creación del banco de horas, que, según expuso, desincentivaría nuevas contrataciones. “El empleador va a tener la posibilidad de exprimir hasta la última gota de sudor de ese empleado”, afirmó, al sustituir horas extra más caras por tiempo compensatorio. También cuestionó las multas y descuentos ante medidas gremiales: para Bercovich, eso no resuelve nada.
El conductor se detuvo también en el Fondo de Asistencia Laboral (FAL), que financiará las indemnizaciones con un aporte del 3% del salario bruto. Advirtió que el mecanismo “es una forma de subsidiarle los despidos a las empresas”, lo que licúa el desincentivo a despedir sin causa y además desfinancia el sistema jubilatorio. Lejos de promover empleo, planteó, este esquema genera “incentivos a rajar más gente”.
Finalmente, Bercovich señaló que el proyecto elimina garantías básicas contenidas en los convenios colectivos, habilita vacaciones fragmentadas a gusto del empleador y consolida figuras precarias como la del “repartidor independiente”.
Para el periodista, el proyecto “establece todo para un lado, nada para el otro: el látigo en la mano de los empleadores y el cuero desnudo del lomo de los empleados ofreciéndoseles para que castiguen tranquilos”. En su mirada, la reforma retrocede hacia un esquema laboral del siglo XIX.