
El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA presentó un estudio que pone la lupa sobre las prácticas de consumo y adicciones en la Ciudad de Buenos Aires. Con datos reveladores, el informe refleja que los porteños no solo siguen recurriendo a sustancias clásicas como el alcohol o el tabaco, sino que también se disparan las alertas por el uso problemático del celular y el boom de las apuestas online.
Alcohol: consumo extendido y riesgos concentrados en los sectores más vulnerables
Nueve de cada diez adultos en la Ciudad tomaron alcohol alguna vez en su vida, y el 62% lo hizo en el último mes. El consumo es particularmente alto entre jóvenes de 18 a 30 años y se da con mayor frecuencia en varones y personas de niveles socioeconómicos altos. Sin embargo, el dato que sobresale es que el consumo de riesgo es más prevalente en los sectores populares, a pesar de una menor frecuencia general. Es decir, se toma menos, pero más fuerte o de forma más peligrosa.
Tabaco: una adicción intergeneracional, con un nuevo enemigo en escena
El 50% de los porteños fumó alguna vez, y el 22% lo hizo recientemente. Mientras que los mayores lideran en consumo histórico, los adultos de 30 a 44 años fuman más actualmente. Un hallazgo clave es el desconocimiento sobre los riesgos de los cigarrillos electrónicos: uno de cada cinco no tiene claro si vapear es nocivo. Un indicio de que la percepción del daño todavía no hizo pie frente a la moda del vapeo.

Marihuana y cocaína: consumos en alza y percepciones riesgosas en baja
El 34% de los encuestados consumió marihuana alguna vez y el 12% en el último mes. El consumo se dispara entre jóvenes, varones y personas de nivel medio-alto. Un dato preocupante: la percepción del riesgo disminuye cuanto más ocasional es el uso, lo que podría habilitar una naturalización del consumo recreativo sin considerar sus efectos.
Con la cocaína, el 8% la probó alguna vez. Si bien el porcentaje es menor, el 12% de la población considera que su consumo ocasional implica “poco o ningún riesgo”, una cifra inquietante frente a una sustancia con alto poder adictivo.

Ansiolíticos: un consumo silencioso, mayormente femenino y adulto
Los tranquilizantes alcanzan una prevalencia del 13% en la vida y un 2% comenzó a usarlos en el último año. Este uso crece con la edad y es mayor en mujeres, lo que señala una posible tendencia a medicalizar malestares emocionales o problemas de salud mental, especialmente en adultos mayores.
Policonsumo: más de la mitad de la población combinó sustancias alguna vez
El 61% de los porteños consumió dos o más sustancias a lo largo de su vida, y un 26% lo hizo en el último mes. Las cifras más altas se concentran en hombres y en el grupo de 31 a 44 años, con una prevalencia superior entre quienes tienen mejor situación económica. El dato rompe con ciertos estigmas y muestra que los consumos problemáticos no son exclusividad de sectores vulnerables.
Celulares y apuestas: el nuevo vicio digital que no discrimina
Prácticamente toda la población usa smartphones con internet. Pero el dato fuerte es que solo uno de cada diez jóvenes no tiene un patrón de riesgo asociado a su uso. El 40% de los menores de 30 años presenta un comportamiento de riesgo alto. Es decir, uso excesivo, compulsivo o que interfiere con su vida cotidiana. Paradójicamente, a mayor nivel socioeconómico, mayor es el uso problemático del celular.

El 3,4% de los porteños comenzó a apostar online en el último año. De quienes apostaron, la mitad presenta comportamientos de riesgo: 16% moderado y 5% alto. La motivación es también significativa: el 40% de los varones lo hace por influencia de sus amigos, mientras que un 17% de las mujeres apuesta para saldar deudas. El componente económico empieza a tallar fuerte en esta práctica.
Preocupación y búsqueda de ayuda: entre la conciencia y el desconocimiento
El 7% de la población está preocupado por su consumo de sustancias y un 5% por su relación con el celular. El dato se eleva entre varones y adultos de 31 a 44 años. Entre quienes buscaron ayuda, la mayoría recurrió a profesionales de la salud particulares (70%), seguidos por hospitales (53%) y centros especializados (32,5%). Quienes solo cuentan con sistema público de salud, acceden más a hospitales (72%) y centros de salud mental (34%).
Además, el 17% de los encuestados manifestó preocupación por un miembro del hogar respecto a las apuestas, el 5% por el uso del celular y el 2% por sustancias. En los casos que involucran celulares, el 94% está vinculado a menores de edad, lo que plantea una señal de alarma para padres y adultos responsables.
Solo el 33% de la población conoce algún recurso de ayuda para el consumo. Los grupos de autoayuda (81%), hospitales (74,5%) y centros de salud mental (70%) son los más reconocidos. Pero el desconocimiento sobre la línea telefónica gratuita es notorio entre personas con cobertura pública (apenas un 34%), lo que refleja una brecha de información crítica en los sectores más vulnerables.
El estudio completo se puede consultar en este enlace.