El gobierno de Giorgia Meloni restringió la ciudadanía italiana para descendientes de italianos: solo podrán solicitarla quienes tengan padre o abuelo nacido en Italia (segunda generación). La medida afecta a miles de argentinos que hasta 2024 podían obtenerla bajo el derecho de sangre (ius sanguinis).
El canciller Antonio Tajani defendió la decisión para evitar abusos y la “comercialización” de pasaportes. “La nacionalidad debe ser una cosa seria”, afirmó. Además, el gobierno evalúa imponer más requisitos en el futuro, como demostrar vínculos con Italia cada 25 años y acreditar conocimiento del idioma.
De todas formas, Tajani aseguró que “el principio del derecho de sangre no será abolido y muchos descendientes de emigrantes podrán obtener la nacionalidad italiana”.
Las autoridades justifican el cambio por el colapso de los consulados, donde los trámites pueden demorar más de diez años. Italia mantiene el ius sanguinis, pero ahora con límites más estrictos.