
El Vaticano comunicó en su canal de Telegram la noticia de la muerte del Papa Francisco, a sus 88 años. Si bien había estado grave poco tiempo atrás, el hecho despertó sorpresa, dado que el sumo pontífice ya había recibido el alta y apareció públicamente ayer en el marco de las Pascuas.
“Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco”, expresó el cardenal Kevin Farrell. “Esta mañana, a las 7:35 (05:35 GMT), el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia”.
Francisco había recibido el alta el 23 de marzo pasado, al cabo de una internación de 38 días por un cuadro de neumonía que se agravó a lo largo de su estadía en el Hospital, durante la cual padeció dos episodios especialmente críticos. Sin embargo, hace casi un mes había dejado el centro de salud para continuar una recuperación lenta en su residencia.
Tras conocerse la noticia, miles de fieles comenzaron a dirigirse hacia el Vaticano, para congregarse allí y lamentar la partida del Santo Padre.
Jorge Bergoglio fue elegido Papa el 13 de marzo de 2013, causando sorpresa y conmoción por su condición de argentino y latinoamericano, y su marcada orientación hacia la justicia social. Nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936 e ingresó al seminario de la Compañía de Jesús a los 21 años. Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969. En 1992, Juan Pablo II lo nombró Obispo y en 1998 sucedió al arzobispo Quarracino. Ya en 2001, fue declarado cardenal.
El último mensaje del Papa Francisco
Ayer mismo, el pontífice apareció en la basílica de San Pedro para dar un mensaje por Pascua. Sus palabras adoptaron un tono altamente antibelicista: pidió un “alto al fuego” en Gaza, la llegada de ayuda humanitaria a la zona y la liberación de rehenes israelíes, además de sostener que se siente “cercano al sufrimiento de los cristianos en Palestina e Israel, al igual que al de todos los israelíes y palestinos”.
También condenó los ataques contra hospitales y trabajadores humanitarios, y la escalada armamentística en el mundo: “La paz tampoco es posible sin un verdadero desarme. La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”.