En su editorial de este jueves, Ernesto Tenembaum volvió a poner el foco en la figura del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, y en una serie de inconsistencias que debilitan la credibilidad del plan económico del Gobierno. El periodista comenzó reconociendo sus propios prejuicios hacia el funcionario, pero explicó que los hechos y los datos terminan reforzando la desconfianza.
A lo largo de su análisis, Tenembaum describió un escenario de endeudamiento creciente, anuncios oficiales que no coinciden con la realidad y señales preocupantes de un modelo económico que, según advirtió, podría estar conduciendo al país hacia un “precipicio financiero y social”. El disparador del editorial fue el anuncio del Gobierno sobre la supuesta vuelta de la Argentina a los mercados internacionales, a través de un bono emitido a una tasa del 6,5%. En palabras de Tenembaum, la comunicación oficial fue directamente “falsa”.
El conductor explicó que, en realidad, el instrumento rinde cerca del 10%, porque fue colocado con un descuento significativo. Es decir: el Gobierno promete devolver 100, pero recibe 90, lo que eleva la tasa real que pagará más adelante. Además, remarcó que, lejos de resolver los vencimientos del año, la operación apenas consiguió 1.000 millones de dólares frente a necesidades actuales superiores a los 4.000 millones.
El comunicador también señaló una contradicción que considera central: parte de esta deuda fue emitida para reemplazar obligaciones anteriores que pagaban tasas mucho más bajas, lo que implica compromisos futuros más costosos para el Estado argentino.
“A Caputo no le creen”: las voces del mercado que alertan por el programa económico
Tenembaum enumeró las señales de alerta provenientes de actores relevantes del sistema financiero internacional, que incluyen bancos, fondos de inversión y organismos multilaterales. Bancos como JP Morgan, Pimco, UBS, así como economistas de larga trayectoria local, ya marcaron su desconfianza en la consistencia del programa actual.
Para el periodista, el problema no pasa solo por los números, sino por un patrón de declaraciones contradictorias y promesas incumplidas. “Si vos le mentís muchas veces a gente que sabe leer los datos, te dicen: ‘Me estás tomando por tonto’”, resumió.
Otro punto del análisis fue la influencia de Donald Trump y de sectores del poder estadounidense en la estabilidad relativa del gobierno argentino. Según Tenembaum, ese apoyo político funciona como un sostén para evitar una crisis mayor, pero no alcanza para cambiar la desconfianza del mercado, que sigue exigiendo tasas muy altas y prestando poco. “Ni siquiera con el tío rico atrás los números cierran”, ironizó.
El periodista amplió su mirada hacia el marco más estructural del proyecto económico. Criticó que, pese a la aprobación del RIGI y a la flexibilización de normas laborales, las inversiones prometidas nunca llegaron y, al contrario, varias multinacionales comenzaron a retirarse del país. Tenembaum sostuvo que estas medidas solo abaratan costos laborales sin generar condiciones reales de desarrollo y señaló que, en dos años, el impacto positivo del RIGI es “muy escaso o nulo”.
Derechos laborales bajo presión
El editorial dedicó un segmento a detallar cambios incluidos en la reforma laboral: reducción del pago de horas extras, nuevas reglas sobre vacaciones y un sistema de indemnizaciones que, según Tenembaum, abarata el costo de despedir trabajadores.
Para el periodista, estas transformaciones solo mejoran la rentabilidad empresaria en el corto plazo sin incentivar inversiones genuinas y terminan deteriorando la vida cotidiana de los trabajadores.
Sobre el cierre, Tenembaum comparó la situación actual con otros momentos críticos del país y expresó su preocupación ante la combinación de endeudamiento creciente, falta de dólares, señales negativas del mercado y un gobierno que, según él, insiste en un diagnóstico equivocado.
“La pregunta de por qué no le creen ya está respondida. El programa no genera dólares, está lleno de contradicciones y se sostiene en promesas que no se cumplen”, afirmó, y remató: “Lo preocupante es ver a la gente seguir caminando como si nada, cuando uno sabe que el quilombo que se viene puede ser muy grande”.