
En su editorial de este jueves, Ernesto Tenembaum abordó dos temas que atraviesan la agenda política y deportiva del país: el sorpresivo dato de crecimiento que informó el INDEC y la creciente disputa entre el presidente Javier Milei y el titular de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, con un trasfondo que mezcla poder, negocios y tensiones institucionales.
Tenembaum se detuvo primero en el anuncio del INDEC, que reportó un crecimiento anual del 5%. El periodista señaló que el dato “llamó la atención de todos los analistas” porque resulta difícil de conciliar con la realidad económica cotidiana: caída del empleo, consumo retraído, empresas multinacionales que abandonan el país y consultoras privadas que describen un panorama muy distinto al del organismo estadístico.
“Es raro —planteó— que una economía crezca fuerte cuando casi todos los sectores productivos están frenados”. Tenembaum remarcó que, aunque el Gobierno festejó el número, la pregunta que quedó instalada es si la medición refleja lo que está pasando en la actividad real.
Fútbol, política y arbitrajes bajo sospecha
El editorial luego giró hacia otro fenómeno que encendió la discusión pública: la disputa abierta entre Milei y Tapia. La intervención presidencial en asuntos de la AFA, el apoyo explícito a Estudiantes de La Plata y la foto de Milei con una camiseta del club en el sillón presidencial fueron, según Tenembaum, señales que exacerbaron un clima de sospecha en torno a arbitrajes recientes y decisiones del fútbol argentino.
Para el conductor, el conflicto deja al descubierto un entramado de intereses políticos, económicos y personales que erosiona la credibilidad del sistema. “Aquí no hay héroes”, sintetizó, subrayando que ni el Gobierno ni la dirigencia del fútbol han mostrado interés en la transparencia o la institucionalidad.
Valores en crisis y una sociedad cada vez más desconfiada
Tenembaum cerró su análisis señalando que la simultaneidad entre un dato económico difícil de justificar y una pelea de poder en el fútbol habla de un país donde las instituciones están debilitadas y donde los debates se contaminan de operaciones, relatos e intereses cruzados.
“En la discusión económica hay datos que no cierran; en la discusión deportiva hay arbitrajes que no cierran. Y en ambas, hay actores que parecen más preocupados por ganar una pulseada que por cuidar las reglas del juego”, concluyó.