
En su editorial de hoy por YAQPA (Radio Con Vos), Ernesto Tenembaum planteó una idea que —según explicó— viene dándole vueltas hace tiempo: Donald Trump ya es un personaje de la política argentina, pese a no ser argentino. Su influencia regional, su peso global y su vínculo directo con Javier Milei lo convirtieron en un actor que aparece de manera permanente en la cobertura local, casi como si formara parte del tablero doméstico.
Tenembaum señaló que, mientras antes se seguía a los presidentes estadounidenses por su relevancia internacional, el caso de Trump es distinto: su protagonismo en América Latina y su sintonía con el Gobierno argentino lo colocan dentro de la agenda interna. “Lo ves en todos lados”, resumió. Desde declaraciones sobre Venezuela o México hasta tensiones con Lula, acuerdos comerciales con países pequeños o su respaldo explícito a Milei antes de las elecciones. Incluso, recordó, el mandatario argentino viaja a Estados Unidos “casi dos veces por mes”.
La otra cara del trumpismo: el antisemitismo clásico y conspirativo
En ese contexto, Tenembaum advirtió sobre un fenómeno que considera mucho más profundo y preocupante: el resurgimiento de un antisemitismo clásico, con raíces conspirativas, dentro de sectores que orbitan alrededor de Trump. No se refiere —aclaró— al expresidente en sí mismo, sino a la cultura política que se consolidó a su alrededor.
Esa corriente está representada por figuras como:
Nick Fuentes, influencer de extrema derecha de 27 años, abiertamente supremacista blanco y autor de discursos antijudíos explícitos.
Tucker Carlson, uno de los comunicadores más influyentes del trumpismo, que entrevistó a Fuentes en una charla vista por más de siete millones de personas.
Kanye West, rapero de enorme peso cultural en EE.UU., que en distintas ocasiones hizo declaraciones antisemitas y que incluso llegó a cenar con Trump y Fuentes.
Según Tenembaum, lo que aparece detrás de estos discursos es una reedición del antisemitismo histórico: la idea de que “los judíos dominan el mundo”, que “mueven los hilos del poder” o que son un “poder extranjero” que debe ser limitado. Un tipo de retórica que —indica— no se escuchaba con tanta masividad desde la Segunda Guerra Mundial.
Un ecosistema que crece y que Trump no condena
El periodista subrayó que este discurso dejó de ser marginal: entre entrevistas, videos virales y apoyo dentro del universo republicano, la narrativa se expandió hasta generar un debate abierto dentro del propio Partido Republicano. Voces conservadoras como Ben Shapiro calificaron esta corriente como una “rama nazi” y pidieron frenarla.
Para Tenembaum, lo más llamativo fue la reacción de Trump en las últimas horas, cuando un periodista le preguntó por la polémica entrevista de Carlson a Fuentes. En vez de tomar distancia del contenido, el expresidente defendió el derecho a entrevistarlo y evitó cualquier tipo de condena. Una ambigüedad que —señala— busca evitar el costo político de perder el apoyo de ese sector radicalizado.
Una advertencia con impacto global
Tenembaum concluye que este clima representa una “caja de Pandora” abierta: un resurgimiento del odio racial, teorías conspirativas y retórica antiinmigrante que podría proyectarse fuera de Estados Unidos y repercutir en otros países, incluida la Argentina.
El análisis, lejos de limitarse a la política norteamericana, interpela el presente local: si Trump es hoy un actor influyente en la Argentina, también lo son las corrientes ideológicas que lo rodean. Y allí —advierte— aparece un fenómeno que merece atención urgente.